Cuando el PP vuelva a gobernar ya se encargará de ponernos firmes



Redada de violetas
Autor: Arturo Arnalte
Editorial: Esfera de los libros

Viaje al centro de la infamia
Autor: Miguel Ángel Sosa
Editorial: Anroart ediciones

Revista lambda
Dossier: la persecució gai durant el franquisme.







La policía y la prensa los llamaba despectivamente «violetas». Eran condenados a varios años de prisión, recluidos aparte y torturados sólo por ser homosexuales.
Se pasaba tanta hambre que Manuel S. H. , «que Dios lo tenga en su Gloria», se comía hasta las cagarrutas de las cabras y Juan Curbelo Oramas devoraba la comida podrida de los paquetes que le enviaba su madre y que los guardianes retenían hasta que despedían un olor nauseabundo. El hambre era una presencia constante, obsesiva, demoledora, pero no era la única pesadilla. Estaban también los palos, que caían como un diluvio. Por equivocarse al marcar el paso, por responder, por rezongar, por quedarse rezagado al amanecer, por dormirse en la imaginaria, por nada, por todo. Tantos palos eran y tan frecuentes que incluso uno de los guardianes se compadecía y cuando el director no lo veía, hacía como que pegaba mientras el preso fingía, con grandes ayes, que recibía los golpes. Manuel S. H. se lo agradecía tanto cada vez que no le molía las costillas, que se arrodillaba ante él y le cubría las manos de besos.
La imagen no es de un campo de concentración alemán en Europa del Este durante la Segunda Guerra Mundial, es de la Colonia Agrícola Penitenciaria de Tefía, Fuerteventura, en 1955, y el director no era un kapo nazi con monóculo, fusta y botas de montar, sino un sacerdote castrense de Vitoria, que vestía de verde olivo y dictaba cuántos palos, a quién se habían de dar y por qué agravio, del que él era el único árbitro. Un sacerdote que escondía las cartas de los familiares y determinaba, con sus informes a los juzgados, si los condenados debían permanecer en Tefía el año mínimo o los tres máximos que daban de margen las ambiguas condenas a vagos y maleantes. En el caso de Juan Curbelo fue el máximo. Tres años pasó picando piedra en la colonia inhóspita, olvidada y reseca que en 1954 empezó a recibir homosexuales para quitarles el vicio a base de hambre y palos. Ley de vagos y maleantesHasta 1954, la represión de la homosexualidad no había estado entre los objetivos del régimen de Franco, más ocupado en la persecución y eliminación de la disidencia política. El primer paso en esta dirección fue la modificación de la Ley de Vagos y Maleantes de 1954. Curbelo nació en 1939, en una modesta familia numerosa de Las Palmas. Comenzó a trabajar de niño y a los 16 se empleaba en la cocina de la pensión Los Catalanes, en la calle de La Granadina. Después del trabajo, salía a ligar con frecuencia por los alrededores de la zona, que cumplía las funciones de barrio chino de Las Palmas: las calles de Canalejas, Molino de Viento, Pamochamoso. . . Era detenido con frecuencia en las redadas que efectuaba la policía y su madre se pasaba la vida yendo y viniendo de casa a sacarlo de la comisaría de la Plaza de la Feria o a la cárcel de Barranco Seco. En 1955, el escarmiento fue más serio. Tras un mes en Barranco Seco, le condenaron por homosexual a una pena de entre uno y tres años de prisión en Tefía. Juan Curbelo pertenece a la primera generación de gays presos por su orientación sexual y su pertinacia en sostenerla y no enmendarla. Con la cabeza rapada, le embarcaron rumbo a Fuerteventura, la isla más seca del archipiélago, un lugar que hasta la explosión del turismo era sinónimo de alejamiento y desolación, donde los sucesivos gobiernos que vivió España en el siglo confinaban a sus enemigos. Tefía fue un infierno de palizas, trabajo hasta el agotamiento, privación, calor insufrible de día y noches frías. Y Juan, al que con 16 años se le salía la vida a chorros, fue incapaz de doblegarse, de callar y aguantar: por rebelde y por insumiso, su estancia era una sucesión de palizas y su condena se alargó hasta apurar el máximo en aquella cárcel cuartel.
Tres años estuvo siguiendo la misma rutina: al amanecer, instrucción y doctrina. Todos los presos cantaban «España, patria querida / Somos tus hijos. . . » antes de desayunar gofio con café de cebada. De ahí partían a picar piedra para la construcción o a cavar zanjas bajo la mirada de los guardias, siempre con la garrota en la mano. Paraban para comer un pan de tres días y fideos con carne de cabra, dormían un rato de siesta y de nuevo salían a picar bajo un sol inclemente hasta la caída de la tarde. Antes de cenar guisantes con batata, un poco de instrucción en la escuela: primeras letras, historia sagrada y el rezo del rosario. Barracones separadosEl maestro era Antonio Hernández García, nombre supuesto de un empleado de comercio, nacido en 1931, a quien se confió que enseñara a los presos a rezar el rosario. A Antonio también lo llevó a Tefía su orientación sexual. Hernández García tenía atrofia muscular de ambos brazos y no podía asir con firmeza un pico y una pala y menos machacar piedra, pero sí sabía latines porque había estudiado en un convento. El cura que dirigía cárcel le empleó como maestro del centenar escaso de presos que había en la colonia, de los que unos veinte o más eran homosexuales. Cada tarde, enseñaba a leer y escribir a los agotados internos, que tras pasar la jornada a la intemperie rezaban el rosario al unísono formados en la explanada. Después, se sentaban en bancos corridos a comer, apartando con la mano los gorgojos que flotaban entre los guisantes de la cena. Juan Curbelo y Antonio Hernández calculan que durante su estancia habría una media de unos ochenta presos, de los que un tercio eran homosexuales.
Los barracones de los delincuentes comunes y de los homosexuales estaban separados desde que se descubrió a dos presos haciendo el amor. A los sorprendidos les cayó encima una paliza que los dejó casi irreconocibles y el capellán castrense se encargó de que su pena se alargara al máximo. No debía haber sexo en Tefía, aunque extremando las precauciones siempre se podía burlar brevemente la prohibición. A Juan, la educación religiosa en ese contexto, con un cura tan ajeno a las nociones de perdón y de compasión, le parecía un sarcasmo que le causaba «asombro». Por las noches dormía sobre un petate en el suelo, cubierto con una manta, si no le tocaba imaginaria o si no le retiraban el petate y había de dormir sobre el suelo además de que le quitaran la siesta como castigo. «Era tiempo de amargura, de desespero, terminabas molido», recuerda Antonio, a quien una vez, por quedarse levemente amodorrado durante una de las imaginarias de cuatro horas que debían hacer por turno, le castigaron a repetirlas quince días seguidos, aunque al final se lo levantaron por lástima y por su «buen comportamiento». El único día de la semana que podían lavarse era el sábado. Tenían un tiempo récord para entrar en un cercado y sacar agua de un pozo para ducharse. Fuera, un guardián con un pito marcaba el momento exacto en que se terminaba el baño y si estaban aún enjabonados así debían abandonar el recinto so pena de más palos, más castigos. El médico sólo se acercaba a la colonia una vez por semana y el único lujo ocasional era algún cigarrillo, comprado en el economato con el dinero que enviaban los familiares, y un paseo el domingo al pueblo a oír misa por la mañana. La buena disposición de Antonio para enseñar latines permitió que saliera al año.
A Juan Curbelo, al igual que a La Castañuela, La Burra o La Viuda, «que Dios los tenga en su Gloria», todos detenidos en redadas en zonas de ligue de Las Palmas, les tocó estar tres años «por contestones, por bravos». La condena de cárcel de Juan Curbelo terminó finalmente en 1958. La colonia cerró a mediados de los sesenta, pero las autoridades españolas siguieron enviando a los homosexuales a la cárcel, habitualmente a las llamadas galerías de invertidos, gracias a la Ley de Vagos y Maleantes hasta 1970, cuando esta norma fue sustituida por la de Peligrosidad Social. Fiestas privadasLa nueva ley, que al castigo unía la filosofía de la «defensa social» y la «curación» del presunto delincuente, añadió la novedad de especializar dos cárceles ya existentes, la de Badajoz y Huelva, en la custodia de detenidos homosexuales, una práctica que la oposición política a la Dictadura no se cuestionó tajantemente hasta 1978, coincidiendo con la aprobación de la Constitución. Así se dio la paradoja de que mientras España caminaba hacia la democracia, varias decenas de presos seguían pudriéndose en la cárcel por su mera orientación sexual y aún hoy siguen esperando una reparación moral y económica similar a la que han recibido las víctimas políticas de la dictadura de Franco. «Violetas» era uno de los términos despectivos con los que la prensa reaccionaria y la policía española de los años cincuenta y sesenta descalificaban a los homosexuales.
Extracto del libro "Redada de Violetas" de Arturo Arnalte

En los tres trabajos del comienzo de este post se recoge el testimonio de Juan Curbelo Oramas, alias "Juanito er Pionero", primer "drag queen" de los carnavales canarios y fallecido hace unos cinco años. Tan conocido llegó a ser que se le homenajeó en el musical "El Capitán Varela y Juanito el Pionero". Sin embargo, nunca olvidó los días en los que fue "reeducado" y muchas noches se despertaba dando gritos de dolor.

Poco antes de su muerte llegó a encontrarse en la calle con uno de sus torturadores, anciano ya. Juanito se le encaró y le preguntó si le conocía. El anciano quedó perplejo al reconocerle y comenzó una huída parándose y volviéndose cada pocos pasos repitiendo: "Yo ahora sólo soy un jubilado, sólo soy un jubilado..."

Tuvo suerte Juanito de que su torturador no se le revolviera y le denunciara. Tuvo suerte también de no haber leído esta noticia:



Dicen en los comentarios de los lectores que Franco y los suyos ganaron la guerra y que los demás tenemos que jodernos y callarnos. Que deberíamos enorgullecernos y ponernos firmes cada vez que oímos el nombre de Franco por habernos regalado 40 años de paz y habernos traído la democracia. Que lo que tenía que hacer el juez es meter en la cárcel a quienes instigan a la revuelta social. Que por delante hablamos de respeto a los muertos y por detrás nos confabulamos para ultrajarlos despojándolos de su descanso eterno. Que las cosas de hace 70 años hoy en dia no vienen a nada. Que dejemos de hacer promoción del odio y de la memoria histérica. Que si seguimos revolviendo mierda nos salpicará en la cara. Y que cuando el PP vuelva a gobernar ya se encargará de ponernos firmes y acabar con tanta metralla.

Los medios de comunicación guardan silencio sobre el archivo de la denuncia. Tampoco hay movimiento entre los súbditos canarios. Ésta es una de nuestras heridas cerradas en falso. Y está infectada.


By Ferreres

5 comentarios:

picapiedra ha dit...

Las heridas que cierran en falso, duelen, y el dolor solo se mitiga reabriendo la herida, eliminando el tejido podrido y aplicando una cura sanadora ¿tendremos que esperar hasta que muera el último y de rango más elevado cómplice del dictador?

Anna ha dit...

No. Ni siquiera entonces sería fácil. Lo único que se consigue esperando su muerte es que las mentiras crezcan y los testimonios directos desaparezcan. No sólo son los cómplices, es el mismo sistema el que está infectado.
Gracias por el comentario :)

Las Malas Lenguas ha dit...

La culpa la tiene quien le abre las piernas a la derecha reprimida y le ayuda a llevar feliz la doble vida.

Y quien vive en una ciudad grande no nota la presión de la derechona respecto a este tema: en La Rioja el PP ha utilizado en plena campaña electoral la homofobia sin complejos. Somos 300.000 habitantes. Se pasaron la ultima campaña llenando internet de ataques contra el candidato del partido regionalista escribiendo anonimos "a ese le gustan los tios y jovencitos"...

Incluso el mismo Pedrone Sanz, mirad lo que le dijo un dia en el parlamento

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/homofobia/argumento/politico/elpepusoc/20090209elpepusoc_6/Tes

Huelga hablar la portada venganza que salió dos dias despues de que la asociacion de gays y lesbianas de la rioja pidiese que ningun gay votase al PP. En el único diario que se publica, toda la Rioja vio esto
http://www.larioja.com/prensa/20070629/rioja_logrono/quejas-vecinales-proliferacion-contactos_20070629.html

esa foto salía en grande y en la portada del diario

Nynaeve ha dit...

Si tú pones una tirita a una herida, la proteges para que pueda ir curando. Pero si has tapado la herida sin limpiar primero, lo único que se consigue es pus y tener una herida mayor y más agrandada en el futuro.

El no demuestra en absoluto haber roto con el pasado. Lo que sí que demuestran es una gran insolidaridad para todos aquellos que sufrieron bajo el yugo del caudillo. Personalmente he hablado con algunos de ellos y sin leeres la devaluada ley de memoria histórica, reaccionan cómo si les estuviéramos atacando a ellos. Y yo le respondo, que son ellos los que se ponen en esa situación demostrando tan poca caridad cristiana :D (soy mala)...

En fins, que a mi este tema me encabrona bastante. Digo lo de la memoria histórica y el franquismo.

Del tema de la homofobia, ¡cómo yo no entiendo que nadie sea quien para juzgar los gustos de otros! (siempre que no incurra en un delito, cómo estar con un menor...

Lo único que demuestran es tener las garantías de los DDHH a la altura del betún.

Y en cuanto al jubilado, no sé si huía del represialado, o de su conciencia...

Anna ha dit...

Bueno Óscar, yo vivo en una ciudad pequeña (60.000 habitantes) y a nivel político, institucional y social no hay presión (tampoco tenemos derechona-derechona). Existe aún la lacra en edad adolescente en algunos grupos, pero no es generalizado. Una foto así aquí serviría para recordar cuando la gente se iba a retozar a los "garrofers" (algarrobos), porque no se tenía ni coche ni casa.
Leyendo lo que has escrito y lo que has subido en el blog sobre el calendario, tengo la impresión de que yo viviría muy mal en Logroño XD

Y estoy de acuerdo contigo Nynaeve excepto en lo de juzgar. Yo creo que todos juzgamos, es la naturaleza humana, juzgar en el sentido de valorar y opinar: el aspecto, las ideas, la voz, los gustos, lo que sea. Y es saludable mientras no hagas de ello tu razón de vivir.
Lo malo no es juzgar, sino condenar y castigar por el simple hecho de no pensar igual.