José Ignacio Munilla, el despreciable

Yo tenía pensado escribir sobre los creyentes y el "consuelo" que su fe les ofrece en situaciones como el terremoto de Haití. Andaba buscando en los diarios frases que me ayudaran a ilustrar un par de ejemplos que tenía preparados:
El gato de Jaimito murió. El niño, desolado, lloraba amargamente. “No llores más -trató de consolarlo su mamá-. El gatito está en el Cielo. Se lo llevó dios”. Enfadado preguntó Jaimito entre sus lágrimas: “¿Y para qué quiere dios un gato muerto?
Un individuo fue asaltado en una oscura calle por un sujeto que le apuntó con una pistola, le ordenó que se bajará los pantalones y le dio por culo. Al acercarse al orgasmo el asaltante dejó caer el arma. “¡Por favor! -clamó el otro con desesperación-. ¡Recoja la pistola y apúnteme de nuevo! ¡Qué van a pensar si me ven así!”.
Éstas son algunas de las que encontré:

Regina Lynch, Ayuda a la Iglesia Necesitada: "Nuestro corazón se une al pueblo de Haití en estos momentos. En este tiempo de dolor, es muy importante que todos nosotros mantengamos a Haití en nuestras oraciones. Pedimos a Dios que consuele a las personas que están en esta situación tan difícil"

Los obispos católicos de la Conferencia del Episcopado Mexicano: "Elevamos nuestra súplica por todos los fallecidos para que Dios nuestro Señor los tenga en su Santa Gloria y brinde pronto consuelo a sus familiares"

Un artículo bastante hediondo de La Vanguardia de Colombia"Dios es vida"

El cardenal católico Daniel DiNardo de Huston: "Que nuestros hermanos haitianos, que sufren y experimentan penas insostenibles, encuentren paz en los brazos de nuestro Dios misericordioso"

Colegio Nacional de Periodistas de la República de Cuba en el Exilio: "PEDIMOS A DIOS LES DE FUERZA Y VALOR PARA ENFRENTAR TAN DUROS MOMENTOS"

Barak Obama, presidente de EEUU: "Se preguntarán ¿por qué Dios les ha abandonado?"

Benedicto XVI, jefe de estado del Vaticano: "Invito a todos a unirse a mi oración al Señor por las víctimas de esta catástrofe y por aquellos que lloran su muerte. Aseguro mi cercanía espiritual a quien ha perdido la propia casa y a todas las personas afectadas, en distintos modos, por esta grave calamidad, implorando de Dios consuelo y alivio en su sufrimiento"

Obispos bolivianos"Seguros de una pronta y generosa respuesta, pedimos al Dios de la Vida, que dé resignación a los damnificados por la pérdida de vidas humanas, fortaleza para enfrentar las necesidades emergentes y esperanza para reconstruir el futuro con esfuerzo propio y junto a la solidaridad de toda la humanidad"

Pitbull, rapero cubano: "Haría lo que estuviese en mi poder para ayudar a que Dios los llene de bendiciones en este momento"

Juan José Asenjo, arzobispo de Sevilla: "Unámonos en la oración al Señor por las víctimas del dramático terremoto en Haití"

Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid: "Los Obispos miembros dela Conferencia Episcopal Española –se puede leer en la carta- con toda la Iglesia que peregrina en España se sienten unidos en el dolor a la Iglesia y al pueblo haitiano. Ofrecemos nuestras oraciones y sufragios por el descanso eterno de los difuntos, por el alivio de los heridos y por el consuelo en la fe de quienes han perdido sus seres queridos o sus bienes materiales"


Hasta aquí nada que no sean buenas intenciones. Para dar ánimos, para desear consuelo, para mostrar solidaridad y para intentar aliviar el dolor y el miedo, da lo mismo que lo hagas en nombre de dios, del MEV, del unicornio rosa, o simplemente de la humanidad que compartimos.

Pero tropecé con la piedra de la ignorancia más peligrosa:


Pat Robertson, telepredicador evangelista de Estados Unidos: "El desastre provocado por el terremoto el martes en Haití se debe al pacto con el diablo que hicieron sus ciudadanos cuando se independizaron de Francia"



Y lo que es peor, con la pedrada de la hipocresía y la insensibilidad:



Más claro, imposible: para este fanático el problema principal es que su dios ha dejado de ser un elemento significativo en nuestra vida cotidiana, y su religión queda simplemente en una posibilidad, una opción subjetiva. Y es que no quiere que la creencia religiosa sea una opción personal.

En realidad, a este extremista intolerante la creencia en su dios no le preocupa, como tampoco le preocupan las vidas destrozadas en Haití. Para él lo fundamental es la “creencia social” en su iglesia. Que vivamos o aparentemos vivir "como si" obedeciésemos a su dios. Que nos casemos en la iglesia. Que bauticemos hijos y los mandemos a su clase de religión. Que montemos funerales (de Estado, si la ocasión lo merece). Eso es lo importante, aunque no creamos en dioses ni esperemos con impaciencia el momento de una muerte que nos lleve a los brazos del padre.

Ahora bien, esa "creencia social" no puede ser una "opción subjetiva". Exige que su opinión sea norma cultural generalizada (y si es sustentada en leyes políticas discriminatorias, mejor que mejor). Pero las opiniones y las ideologías, religiosas o no religiosas, no me merecen el más mínimo respeto y por supuesto creo que pueden y deben ser sometidas a todas las operaciones de pensamiento de que seamos capaces, desde su exaltación a la más completa burla,  desde el análisis al escarnio y a la mofa.

"Señor" Munilla, todos sabemos lo que tipos como usted son capaces de hacer en nombre de su dios y lo que sucede cuando su religión toma las riendas de la sociedad. Así que, desde mi más sincera repugnancia:


3 comentarios:

El Pinto ha dit...

Amigo, creo que compartimos sensaciones, una pena que lo que la ciencia puede evitar siendo previsible, no se arregle.

http://el-pinto.blogspot.com/2010/01/munilla-un-payaso-para-llorar.html

Doctor Odio ha dit...

El problema no sólo es Munilla, el Benny, el Robertson o demás patanes; lo peor de todo es que los gobiernos supuestamente laicos y los ciudadanos laicos, ateos o agnósticos se sienten obligados a respetar a una institución como la Iglesia que ha demostrado no merecer tal respeto.

La palabra claves es: tolerancia. Tolerar es respetar las opiniones ajenas. Sin embargo, parece que el que es tolerante debe de serlo siempre, en cualquier circunstancia y con todo el mundo, de lo contrario ya es un desalmado. Pero cuando la tolerancia llega a extremos absurdos se convierte en estupidez, que es lo que ocurre con la tolerancia a personas, opiniones y comportamientos de determinados representantes de la Iglesia o el Estado que, despojados de sus cargos, pasarían simplemente por charlatanes de feria o retardados mentales.

Por eso cuando me preguntan si soy tolerante, yo respondo: a ratos y según con quién, porque ya vale de respetar lo que no merece ser respetado. Y si tengo que elegir ser tolerante o no serlo (descartado el término medio), elegiría siempre ser intolerante (me llevaría algún disgusto de vez en cuando, pero las satisfacciones serían mayores)

De todas formas, siempre nos estamos quejando de los curas y sus tonterías, pero quienes les dan cancha son el gobierno, los jueces y muchos medios de comunicación. El poder mediático y de convocatoria que tienen sería muchísimo menor sin esa tolerancia hacia ellos por parte de los poderes del Estado.

Anécdota ilustrativa: Cuando González era presidente del Gobierno, una comisión de la Conferencia Episcopal le pidió más respeto y mejores condiciones económicas de las que ya disfrutaban (qué raro, entonces ya se quejaban). González les dijo que si encontraban algún país en el mundo donde la Iglesia Católica estuviera mejor tratada por un Gobierno y gozara de los privilegios de los que disfrutaba aquí, que se lo dijeran para que les otorgara los mismos derechos. Los socerdotes, obispos o lo que fuera, por la cuenta que les traía se callaron.

(No sé si me he excedido mucho con el texto para un blog personal. Si es así, no sea tolerante conmigo y regáñeme para que pueda hacer propósito de enmienda)

Anna ha dit...

Gracias por si visita El Pinto. Payaso y despreciable aún me parecen adjetivos suaves para esta aberración.

Usted nunca se excede Doctor Odio (supongo que guarda sus excesos para las cosas agradables, para las desagradables mejor ser parco).

Yo sólo respeto lo que comparto, tolero lo que no comparto pero me parece razonable y me resigno (y defiendo el derecho) a que se expresen ideas que no puedo respetar ni tolerar. Eso sí, las estupideces y las salvajadas hay que denunciarlas.

Y lo del reino católico es... @#$%&!