La crisis que viene: Soluciones


Lo que se nos viene encima (a nosotros y a todos los países capitalistas) es de vértigo. Hasta yo que, insisto, no tengo ni zorra de economía más allá de la microeconomía de subsistencia del hogar, lo veo llegar.

En su "Plan anti-crisis" Popota nos hace "una lista de propuestas baratas y sencillas de implementar" y pedía sugerencias. Como ignorante que soy, he buscado la ayuda de dos personas solventes que no tienen que demostrar nada a nadie.

Vicenç Navarro aboga (entre otras cosas) por aplicar las medidas con las que Franklin D. Roosevelt sacó a EEUU de la recesión:
1. Creó empleo, estableciendo la Administración para la Creación de Empleo (Works Progress Administration – WPA) que creó 8,5 millones de puestos de trabajo, convirtiéndose en el empleador más importante de EEUU. Este empleo se creó en miles de proyectos, construyendo más de 1.000 aeropuertos, 2.500 hospitales, 2.500 estadios deportivos, 3.900 escuelas, 8.192 parques, 12.800 parques para niños, 124.031 puentes, 125.110 edificios públicos, 651.087 kilómetros de carreteras, y, por cierto, 103 campos de golf (consecuencia de la insistencia del Partido Republicano, el partido de los ricos). También estableció programas para educar y promover las artes. Todos estos proyectos se hicieron con la colaboración y aprobación de los gobiernos de los estados (equivalentes a las CCAA de España) y de los ayuntamientos. Fue una de las épocas de mayor creatividad social, cultural y económica, y es conocida en EEUU como el New Deal. Ni que decir tiene que el Presidente Roosevelt y su esposa Eleanor eran enormemente populares, y los Republicanos estaban totalmente desorientados y desacreditados.
2. Estableció el seguro de desempleo para cubrir las necesidades de aquellos que estaban en paro. Pero, más importante para estimular la demanda, fue que, además de crear empleo, reforzó a los sindicatos con la ley Wagner Act, una de las mayores causas del crecimiento de los salarios y de la demanda.
3. Aumentó los impuestos de la gente más rica que se habían beneficiado enormemente (en los años veinte) de los comportamientos especulativos. Los ricos odiaban a Roosevelt, llamándole un “traidor a su clase” (Roosevelt procedía de una de las familias más adineradas de EEUU). Y Roosevelt les respondía que aquel odio de clase era el mejor indicador de que iba por el buen camino.
4. Intervino la banca, creando una banca pública, estableciendo además un sistema de leyes y regulaciones que dificultó la especulación por parte de la banca privada.
5. Permitió que el déficit del Estado aumentara considerablemente, pasando de un 9,2% del PIB en 1935 a un 12% en 1941, a un 24% en 1942 y a un 43% en 1943.
Santiago Niño propone una lista "no exhaustiva, ni cerrada, ni definitiva" a una escala aún mayor:
- La UE, USA, Japón, China, y todos los grandes países productores de commodities habrían de coordinar medidas, planificar necesidades y asignar recursos, dejando a un lado posturas nacionales. En esa coordinación debería ponerse sobre la mesa todo, absolutamente todo, es decir, nadie se debería guardar nada en ningún bolsillo de ninguna chaqueta.
- La porquería que las entidades financieras tienen en sus balances debe salir a la luz: toda la porquería, y a la vez. Los accionistas de esas entidades, si los tienen, deberán enfrentarse a las consecuencias de eso, ellos solos. Las entidades inviables deberían ser intervenidas por los Estados pero bajo la coordinación del grupo de técnicos que se ocupasen de la gestión. Los saldos de los diferentes tipos de cuentas serían congelados y regulados. Se forzarían las absorciones y las fusiones de entidades financieras.
- Análisis detallado y conjunto a nivel de países de las deudas públicas y privadas de cada economía. Petrificación de deudas, determinación de posibilidades reales de pago. Organización y favorecimiento del trueque de bienes y servicios entre países y compañías con fijación de valores de cambio. Establecimiento de un clearing de deudas a nivel de países, empresas y familias.
- Acelerada puesta en marcha de la trazabilidad de bienes y servicios implementando toda la tecnología que sea conveniente. Determinación de qué actividades y de qué compañías son necesarias, eficientes, útiles y cuales no lo son, y eso en todos los subsectores, sin excepción. Determinación de sus costes, de sus necesidades de población ocupada, de sus excedentes de mano de obra. Absolutamente toda la operativa económica deberá girar en torno a la idea de que ‘lo necesario es lo importante’.
- Las compañías estratégicas deberían ser intervenidas por técnicos dependientes del grupo de control, pero únicamente aquellas que sean estratégicas, por ejemplo, las prestadoras de servicios logísticos, si; las que se dediquen al diseño de software para descargarse tonos en el teléfono móvil, no.
- Eliminación de la imposición directa y puesta en marcha de un impuesto sobre el gasto con tasas negativas para aquellos bienes que sean declarados básicos y esenciales. La estructura de ese impuesto debería ser idéntica para todo el planeta al igual que la implementación de esa reforma fiscal; los tipos podrían ser temporalmente distintos en función de las características de cada país, pero siempre según lo determinado por el organismo técnico.
- Análisis detallado de la productividad del gasto no sólo de su cuantía y antes, incluso, que esta; es decir, ¿se gaste eficientemente lo que se gasta?.
- Puesta en marcha, por una única y definitiva vez, de una amnistía fiscal a nivel planetario a cambio de una tasa única que podría equivaler al tipo del impuesto sobre el gasto en su modalidad de bienes intermedios. Una vez agotado el plazo para la regularización, eliminación de todos los paraísos fiscales sin excepción, también persecución del fraude fiscal hasta sus últimas consecuencias más allá de fronteras y legislaciones particulares; a la vez, eliminación de estructuras legales dedicadas a la disminución de los pagos fiscales, tipo SICAVs y similares. Posiblemente lo que se conoce como ‘secreto bancario’ debería ser eliminado, al menos durante el tiempo que dure la salida de la crisis.
- Eliminación del concepto de ‘economía sumergida’ gracias a la persecución contra el fraude y a la amnistía y a la simplificación fiscal. Favorecimiento de la fusión de pequeñas unidades productivas que sean viables.
- Creación de un subsidio de subsistencia generalizado que aglutine diversos conceptos: rentas de inserción, pensiones mínimas, etc., que verdaderamente permita la supervivencia.
- Los mercados de trabajo -el mercado de trabajo- debería ser exhaustivamente vigilado a fin de que se cumpliese la legislación -global- sobre seguridad, higiene, jornada máxima y descanso periódico, así como el cumplimiento del contrato firmado. Los salarios serían decididos en el seno de cada compañía y en su determinación jugarían criterios técnicos de valoración del puesto de trabajo, también el tipo de contrato. Es presumible que la contratación temporal así como la modalidad de contrato a tiempo parcial aumentarán, este tipo de contratos deberán ser muy vigilados a fin de que se cumpla a rajatabla la legislación, pero no frenados ni desincentivados ya que ‘la ocupación’ se formará de la suma de muchos trocitos de ocupaciones personales.
- Favorecimiento de la colaboración entre compañías, tanto públicas como privadas o mixtas en aquellos ámbitos que generen sinergias y ventajas. Desdemonización de los oligopolios, más aún, fomento de los mismos en aquellos casos en los que su existencia incremente la eficiencia. Involucración de las grandes corporaciones en la administración y asignación de recursos.
- Facilitar en todos los aspectos (legales, logísticos, …) el desarrollo del Tercer Sector. El grupo de técnicos debería involucrarle en la gestión, tanto estratégica como del día a día de la protección social (lo que vaya quedando de ella) a nivel local y nacional y transnacional. Favorecer la colaboración entre las entidades del Tercer Sector, los Estados y las corporaciones de modo que se administre de la forma más eficiente posible los fondos con que se cuenten.
Yo me temo que en el reino optarán por la respuesta liberal: reducir el gasto público, reducir los salarios de la clase trabajadora, abaratar el despido, perder las garantías del estado del bienestar (pensiones, sanidad y educación gratuitas, etc) y bajar los impuestos.

Los diarios de tirada nacional expanden ese "pensamiento único" en sus editoriales. Léanse El Periódico, El País, ABC, La Vanguardia, Público o El Mundo (incluso en el apartado de salud).

Estamos condenados.


2 comentarios:

Anònim ha dit...

Estas loquisima

Anna ha dit...

Gracias y bienvenid@ :)