La lotería no y la salud tampoco

Estoy a caballo entre dos hospitales. Por el camino entre ambos anoto temas que no quiero olvidar:

1.- Nuestra asistencia sanitaria gratuita, igualitaria y universal no es universal. Aunque en 1999 el Sistema Nacional de Salud dejó de financiarse mediante las cotizaciones a la Seguridad Social y empezó a sostenerse con los impuestos que pagamos todos, su disfrute aún se liga a ser cotizante, o familiar de cotizante o a tener recursos insuficientes.

2.- Nuestra asistencia sanitaria gratuita, igualitaria y universal no es igualitaria, porque existen diferencias entre las prestaciones de una comunidad autónoma a otra en áreas como los nuevos medicamentos, el calendario vacunal, la salud mental, las enfermedades raras, el diagnóstico genético, los cuidados paliativos y de tratamiento del dolor, la atención bucodental, la cirugía de reasignación de sexo, la atención podológica a pacientes diabéticos, las terapias contra el tabaquismo, las ayudas económicas a pacientes con celiaquía, etc.

3.- Nuestra asistencia sanitaria gratuita, igualitaria y universal corre el peligro de dejar de ser gratuita. No solamente por la privatización que sufren determinados servicios, sino por el fantasma del copago que planea sobre nuestras cabezas a pesar de haber votado recientemente en su contra y de jurar y perjurar que no se llevará a cabo.

La confianza de los pacientes en el Sistema sanitario está de capa caída.

Yo confío. He pasado 15 horas en el pasillo de urgencias de uno de los mejores hospitales públicos de Catalunya, acompañando a un anciano accidentado con fractura de peroné con arrancamiento óseo y rotura parcial de ligamentos. Las camillas entraban de dos en dos constantemente, y jugábamos al tetris para lograr encajarlas. Tuvimos que salir de la sala de escayolas porque entró un chaval con un brazo reducido a un colgajo por aplastamiento (que tras seis horas de quirófano tuvieron que amputar). Tuvimos que esperar tres horas a una ambulancia que nos trasladara a otro centro con cama disponible, porque no daban abasto con los accidentes de tráfico (la lluvia no ayudó mucho). El trato fue exquisito, los profesionales encargaron todas las pruebas necesarias, dieron toda la información del mejor modo posible, la operación para colocar una placa y reparar los ligamentos fue como una seda, se deshicieron en disculpas y nos pidieron que pusiéramos quejas a las autoridades porque así no se puede trabajar.

Yo confío. No quiero un trato de hotel de cinco estrellas, quiero este trato, pero en mejores condiciones. Un centro no puede hacer el trabajo de cinco, eso es todo.

En el otro gran centro público donde pasé el resto del tiempo oxigenando un broncoespasmo trajeron a un recién nacido de un hospital privado. Eran gemelos y sólo disponían de una incubadora, así que madre y bebé número 1 se quedaron allí mientras padre y bebé número 2 vinieron aquí (el padre venía de un contento que para qué os voy a contar).

Aprovecho este rato de ducha-descanso-respiro antes de la vuelta para desearos unas vacaciones de invierno tranquilas y LLENAS DE SALUD.



2 comentarios:

Anònim ha dit...

SI GRACIAS... (yo también te apoyo)...

Joé... veo que te lo estás pasando "qué te cagas"... en fins, espero que todo vaya bien y "ja parlarem"...

Un Muaaaaaaksssss ;-)

Anna ha dit...

Ja en parlarem maquísima. Imagino que también andas liada con tus obligaciones sociales. Espero que estés recuperada y con fuerzas, y que salgas poquito de casa ;-)