Querido pueblo catalán:
Aunque te lo hemos exlicado ya varias veces, creo que es necesario que lo volvamos a hacer, pues no está claro, o al menos desde aquí, desde la meseta, no acabamos de tener la total seguridad de que así sea, que lo hayas pillado. Y seguro que no se trata de mala voluntad, aunque un poquito tocapelotas sí que eres, eso tampoco lo vamos a negar. Pero sabemos que, a la hora de la verdad se trata de un juego sin importancia, de travesurillas para que te hagamos casito, de hacerte presente para que en la mesa te dejemos servirte primero de vez en cuando. Sabemos que, en el fondo, todo esto no tiene demasiada importancia. Por eso no entendemos que a veces te cueste tanto, o lo parezca, entenderlo. Porque una cosa es dar la tabarra en plan simpático y otra que llegue un momento en que parezca que la cosa va en serio.
Lo primero que quería recordarte, leal y buen pueblo catalán, es que eso del Estatuto no te interesa nada. A ti te interesa el paro, el fútbol y la marcha nocturna. ¡Como al resto de los españoles! Eso del Estatuto es una cosa de los políticos, gente ya de por sí sospechosa en general y más todavía si son políticos catalanes. Como hemos dejado claro muchas veces, dado que en Cataluña no hay ninguna relación entre los intereses del pueblo y los de la clase política propia, debido a que los intereses del pueblo catalán donde de verdad están representados es en el Parlamento de Madrid, no dejes que te tomen el pelo. Eso del Estatut nada tiene que ver contigo. Es una cosa que se han inventado para distraerte. Un engañabobos. Como queda demostrado por el hecho, que tantas veces te hemos resaltado debidamente, de que a nadie en Cataluña le interesa lo más mínimo. Espero que esté ya del todo claro y que no te hagan falta más pruebas todavia.
¡Así que, querido y servil pueblo catalán, deja de dar el coñazo y que del Estatuto de marras se ocupen los políticos! Si medios de comunicación, profesores, empresarios y agricultores cualificados empiezan a hablar del Estatuto y del autogobierno día sí, día también no habrá manera de convencerte, ni a ti, leal y crédulo pueblo catalán, ni a nadie, de que eso del Estatuto es una cosa de politicastros que sólo interesa a los politicastros para asegurarse sus espurios intereses politicastreriles y, lo que es peor, catalanes. Sería una pena, la verdad, que por tu actitud, por llevar una bromita demasiado lejos, fuera complicado convencer a todo el mundo, empezando por ti, de la verdad.
En segundo lugar, creo que es bueno recordarte, obediente y callado pueblo catalán, que no conviene que trates de participar demasiado en la toma de decisiones del país. Ya te lo hemos explicado, pero eso de ir dando voces con tu opinión, incluso con tus diferentes opiniones, es de mal gusto y supone una presión inaceptable y terrorista. Si encima para defender tus ideas haces una proyección de futuro sobre qué crees que pueda pasar en caso de que pase una cosa o su contraria, estás, sencillamente, amenazando. Y aquí en España amenazar está mal visto, ¿sab·beh? Una cosa es que gente seria y madura como el Presidente del Gobierno o la Oposición puedan decir lo que pasará si se hace o no tal o cual cosa (subirá el PIB si se suben los impuestos a los ricos, bajará el precio del petróleo si liberamos Irak, etc.) y otra bien distinta que tú te puedas poner a jugar a hacer predicciones. Porque la meteorología se la debes dejar a los mayores. Y porque no es bonito amenazar. Espero, por tu bien, que lo entiendas, valiente y comprometido pubelo catalán.
Tampoco está muy bien, respetuoso y dilecto pueblo catalán, eso de meter críticas a una institución tan inobjetable y a la que todo el mundo trata con tanto respeto como el Tribunal Constitucional. Podría parecer que, si criticas al Tribunal o sus miembros, estás tratando de influir sobre ellos de una manera poco apropiada. Y eso, querido pueblo catalán, parece que haya que repetírtelo todo 1000 veces, lo puede hacer Pedro José porque logró en su día un permiso especial rubricado en una cena con el Campechano I de las Españas, pero no está bien que cualquiera se apropie de ese mismo privilegio. Bueno, sí pueden hacerlo el resto de periódicos, políticos, tertulianos y taxistas radicados en Madrid y aledaños. Pero ya sabes, que todo hay que recordártelo cada dos por tres, que la cordillera costero-catalana te deja fuera de la meseta y, por ello, no estaría bien que te pusieras a criticar así como así. Podría entenderse, mal, ¿sab·beh? Y no queremos que algo así ocurra, ¿sab·beh? Lo entiendes, ¿verdad?
A este paso, acabaremos llegando a la conclusión de que no te portas bien, querido y obediente pueblo catalán. ¿Qué es eso de participar en un debate sobre el estatuto de autonomía? ¿A qué estamos jugando? Así que, antes de que empecemos con las tonterías esas de la desafección, que ya sabemos todos también, y tú el primero, que es todo un farol y una mentira (y es que bueno eres tú, inteligente y sensato pueblo catalán, para perder el fastuoso mercado español del que viven tus industrias, ja, así como la cantidad de pasta que todos los españoles ponemos para financiar tu potente economía, que nada sería sin nuestro capital y sin que cerráramos las fronteras exteriores para dejarte el mercado hispano para ti solito), por favor, reflexiona un poco, asume tu papel y no te pongas tontito.
A callar, trata de no desmontar demasiado la cosmovisión que permite a 30 millones de personas vivir tranquilas, convencidas de que en el fondo todo esto te da igual y de que si no te envuelves a diario en una bandera española es porque te sientes tan español, tan español, que te parecería poco respetuoso llevar tan magna enseña a diario en una tierra tan miserable como la catalana. Un poco de respeto, caramba, para todas esas buenas personas aseguradas por periódicos y radios de que en el fondo lo único que quieres es llorar un poquito para que los españoles te sigamos pagando caprichos, y a votar a Zapatero, caray. Que si no vendrá la derechona y ya sabes lo que puede suponer para tus chollitos (siempre que obtengan mayoría absoluta, claro está).
Y, mientras tanto, no moleste demasiado, preocúpese, querido y disciplinado pueblo catalán, de lo que le vayamos indicando que ha de interesarle y todos tan felices.
¿A que no es tan difícil?
Suyo afectísimo.
Españaza guadaña dipuesta a dejar el Estatut-patena como una gloria.
PS: Le recuerdo, por si se le ha olvidado, de buen rollito, por si todo lo demás no sirviera para que dejara las travesuras, que nunca, repito, nunca, España consentirá que se integren como estado independiente en la Unión Europea. No piensa que es que queremos amenazar o decidir desde aquí lo que Usted ha de hacer con su vida. A nosotros nos da exactamente igual y si le aceptamos resignadamente en España es porque sabemos que en el fondo es lo que Usted, querido pueblo catalán, desea. Que, por supuesto, no tenemos ninguna intención de tener aquí a nadie contra su voluntad. Pero como sabemos que, estimado pueblo catalán, se siente españolísimo hasta la médula, por eso entendemos importante defenderlo desde aquí de esas minoría en ocasiones chillona e impulsiva. Por este motivo, para defenderlo de Usted mismo y ayudarle a hacer la que en el fondo es su verdadera y única voluntad, esperemos que le quede claro que, como se pongan tontos, ni de coña les dejaremos entrar en la UE.
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