Nada se ha producido conforme al guión de los mejor intencionados. Permanece, pese a medidas alentadoras, el grueso del injusto y contraproducente embargo estadounidense; la situación económica se agrava en Cuba hasta extremos críticos; y su sistema político se mantiene implacable. Un informe de la organización no gubernamental estadounidense Human Rights Watch constata esta semana la plena vigencia del estado policíaco. El trabajo de la ONG, realizado en la clandestinidad durante el último año, ilustra el deplorable estado de los derechos humanos en la isla, donde la dictadura emplea sistemáticamente los arrestos arbitrarios, las farsas judiciales y los malos tratos (de éstos puede hablar con propiedad la bloguera Yoani Sánchez). El régimen, que mantiene en prisión a la mayoría de los disidentes detenidos en 2003, utiliza a discreción la aborrecible figura penal de "peligrosidad", que le permite seguir encarcelando por decenas a ciudadanos por conductas "contrarias a las normas socialistas".
La Habana se muestra blindada frente a las presiones internacionales. El Gobierno español -Moratinos visitó la isla el mes pasado- quiere utilizar su presidencia para suavizar la intransigencia de la UE con Cuba por su atropello permanente en este terreno. A la luz del diagnóstico de HRW, no estaría de más aprovechar semejante trampolín para poner justamente el acento en la imprescindible democratización del régimen cubano.
El relevo de José María Aznar por su homólogo Zapatero despertó hace ya años esperanzas de suavización del régimen. Suscitó también expectativas sobre un cambio en los rígidos esquemas económicos neoliberales del país que mejorara la vida de los ciudadanos. La ilusión se acrecentó con la llegada al poder de Barack Obama, del que se esperaba una suavización de la relación de subalternidad impuesta al país desde hace más de 50 años.
Nada se ha producido conforme al guión de los mejor intencionados. Permanece, pese a medidas alentadoras, el grueso de la injusta y contraproducente sumisión al gigante estadounidense; la situación económica se agrava en España hasta extremos críticos para la mayoría de la población; y su sistema político se mantiene implacable. Un informe del relator especial de las Naciones Unidas para la tortura constató recientemente la plena vigencia del estado policíaco. El trabajo del relator, realizado durante los últimos años sin colaboración de las autoridades, ilustra el deplorable estado de los derechos humanos en el país, donde el régimen emplea sistemáticamente los arrestos arbitrarios, las farsas judiciales y los malos tratos (de éstos pueden hablar con propiedad numerosos presos vascos y otros presos políticos y comunes de otras zonas). El régimen, que mantiene en prisión a la mayoría de los disidentes detenidos en las redadas contra el independentismo vasco, utiliza a discreción la aborrecible figura penal del "entorno terrorista", que le permite seguir encarcelando por decenas a ciudadanos por conductas "cuyos objetivos políticos coinciden con los de los terroristas". Las últimas redadas del País Vasco recuerdan los momentos más sombrios del régimen español.
Madrid se muestra blindado debido a la complacencia internacional. Los países de la UE quieren que España utilice su presidencia para suavizar la intransigencia de ciertas ONG de derechos humanos con la monarquía postfranquista por su atropello permanente en este terreno. Uno de los logros más importantes cosechados por el régimen ha sido el aval dado a la ilegalización de los partidos independentistas vascos por el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. A la luz del diagnóstico de las ONG de derechos humanos es probable que España aproveche el trampolín que le brinda la presidencia de la UE para oponerse radicalmente a la imprescindible democratización del régimen del 18 de julio.
(Esta breve no aparecerá desgraciadamente en ningún periódico. Se trata en lo esencial del texto que lleva el título sumamente orginal de « Represión en Cuba » aparecido en un importante diario del Estado español al que he aplicado algunas modificaciones)
Gracias John.
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