Noticia judicial: Extradición de De Juana Chaos



 Me desconcierta advertir que no reacciono igual ante esto:



 que ante esto:



Me avergüenza confesar que para mí, no todos los asesinatos son iguales. Las víctimas sí lo son. Los verdugos no.
Me cuestiono constantemente sobre las razones que me llevan a desear la diferencia o la igualdad. El por qué con éste me siento así y con éste no. Me preocupa mi parcialidad, mi moralidad, mi falta de referentes absolutos en algunos aspectos o mi intolerancia en otros.
Me cuesta mucho ser objetiva e incluso me planteo si debo serlo. O si planteárselo es buena señal. Cuando intento ser sincera conmigo misma debo repetirme muchas veces que soy humana, que soy imperfecta, que tengo momentos de debilidad y que la sangre caliente no alimenta al cerebro.
Me avergüenza reconocer que a veces pido venganza en lugar de justicia.
Pero quiero creer, QUIERO CREER, que en un estado de derecho se garantiza la aplicación de la ley sin discriminación alguna. Porque lo más importante en un estado de derecho, lo que lo legitima, lo que le confiere autoridad, es justamente esa manera de actuar. Su respeto de los derechos constitucionales.

Iñaki de Juana Chaos es un asesino que mató a 25 personas a sangre fría y no se arrepiente. Fue juzgado y condenado por ello.

Cuando estaba a punto de cumplir su condena, el Tribunal Supremo cambió su jurisprudencia respecto al cumplimiento de las penas y de los beneficios penitenciarios, para prolongar su estancia en prisión. Es la tan nombrada y desconocida doctrina Parot que, además, se aplicó de manera retroactiva.

Como de todos modos iba a salir en libertad, el Gobierno encargó a la Fiscalía buscar una excusa para volver a procesarlo, encontrar algún nuevo delito para impedir que pisara la calle una vez cumplida su condena. Así que, basándose en dos textos escritos por De Juana*, fue procesado con petición de más de noventa años de cárcel y condenado a doce años y siete meses por un delito de amenazas terroristas, finalmente reducidos a tres.

De Juana inició una huelga de hambre. Por supuesto, no se debía permitir la victimización del etarra. Si muriese, el radicalismo vasco tendría un nuevo mártir y la comunidad internacional quizás tuviera algo que decir respecto al modo en el que se estaba procediendo. Escudándose en una discutida sentencia del TC de 1990 que declaraba constitucional que se alimentara forzosamente a los reclusos en casos semejantes, se optó por introducirle una sonda nasogástrica, aunque hubiese que atarlo a la cama. Esa sentencia no era aplicable en su caso, ya que desde el 2002 existe la Ley básica reguladora de la autonomía del paciente y de derechos y obligaciones en materia de información y documentación clínica, en la cual se nos reconoce a los ciudadanos (a TOD@S, incluidos los presos) el derecho al alta voluntaria y a rechazar el tratamiento. Pero a él se le negó ese derecho.

Increíblemente el Ministerio de Interior le concedió la prisión atenuada con pretextos "humanitarios", medida que está pensada para enfermos y no para presos en huelga de hambre, y que constituye un peligroso precedente. Pero es que tampoco se podía hacer gran cosa: o el estado continuaba imponiendo la ilegalidad de no permitirle rechazar el tratamiento o se daba marcha atrás y se aplicaba la legislación en materia de derechos sanitarios.

Cuatro días después de su puesta en libertad, la Audiencia Nacional inició una investigación por un supuesto delito de enaltecimiento del terrorismo, por el que hoy en día De Juana se halla en busca y captura internacional.

Cosas que perdió nuestro estado de derecho por el camino:
  • persiguió a una persona por ser considerada por la masa social como despreciable, en lugar de juzgar hechos contrarios al bienestar común
  • buscó compensar una condena, considerada por el veredicto popular como ligera, con nuevas condenas, en lugar de buscar la justicia
  • se dedicó a imputar por imputar, exagerando los cargos e inventando delitos, en lugar de cumplir sus propias reglas
  • actuó de manera ilegal, saltándose sus propias leyes
  • torturó, con la auto-excusa de que todo vale contra ETA, con el aplauso de los medios de comunicación, con la intención de satisfacer a la opinión pública
En un estado de derecho, el fin (por muy justo que pueda parecer, por buena que se quiera pintar la intención) NO justifica los medios. Nunca.




* Gallizo
* El escudo

2 comentarios:

Oscar ha dit...

Cuantas cosas que no me había dado por pensar después de leer esto. No te digo más que acabo de encontrar tu blog y voy a leer los anteriores.

Anna ha dit...

Gracias Óscar. Es el mejor piropo que podrías decirme.